Este fin de semana no-largo con estafa de feriados partimos a Viña del Mar a celebrar el cumpleaños de mi papá. Pero eso no evitó que hiciéramos planes culinarios, re-visitando lugares favoritos.
Pero antes, un tour de mi antigua pieza. Porque usted no lo pidió:
El sábado me vestí de brujita y fue osom. Después de una pasada flash al mall a comprar un regalito pendiente, fuimos al lugar al que queríamos volver desde hace mucho tiempo: el Tea Corner. Una maravillosa tetería escondidita en 2 Poniente, especializada en hacer sus propias mezclas de hojas y frutas.
Pero si bien es la especialidad, y la tetera individual es enorme, preferí sacarme una bala pasá que me quedó en un local de Santiago, donde pedí un chocolate espeso que llegó tan líquido, que es como si lo hubieran preparado especialmente para ser anti-espeso. Más teniendo yo recuerdos del chocolate caliente espeso de este local.

Mi Nenuco pidió un café con menta, pero no quedó tan impresionado. Nada impresiona como el chocolate espeso
Compartimos además un cheesecake de frambuesa. Y cuando digo compartimos, quiero decir ‘me comí la mayoría’. Los que me conocen saben que el cheesecake es mi cosa favorita en repostería. Mi Nenuco prefiere en cambio cosas dulces que no sepan mucho a queso. Sin embargo, este estaba bastante suavecito, así que fue aprobado.
Otro de los aspectos awesome del local son sus ricos sandwiches, naturales y abundantes. Pedí el clásico ave pimentón. Estamos malacostumbrados a que ave pimentón signifique una tóxica pasta naranja por donde ‘pasó el pollo’, pero acá la pasta es de abundante pollo real y trozos de pimentón demasiado rikishis, que le dan el contraste a los sabores.
Mi Nenuco pidió tonno bianco, de atún con lechuguita. Viene con aderezos para darle look de ensalada y convertir el sanwich en un ‘plato sanito’. Además la mayoría de los sandwiches pueden pedirse en miga o en pita!
Dónde: Tea Corner, 2 poniente 335 entre 4 y 5 norte, Viña del Mar
Precio: todo lo descrito, unos 12.000
De vuelta en casa, nos encontramos con Simón, un perro vecino que no tiene patitas traseras 😦 Ese llanto que escuchaste es el tuyo. Lo sacan al patio todos los días para que tome el solcito. Apenas nos vio comenzó a gemir como diciendo ‘vengan a hacerme cariño, que yo no puedo ir’ T___T
Junto al jardín, en un balconcito, estaba Oliver, su amigo gato. Todo parece una película de Benji y es triste y hermoso.
En la noche fue el cumpleaños/fiesta de Halloween de mi papá, pero me dio el Taldo y no saqué fotos, ni siquiera a los extraños dulces con banderas del mundo, que solo decían un país: Bélgica. Y no tuvimos trick-or-treaters este año, cosa rara. Pensaba que si hay un momento en que Halloween esté viviendo su apogeo, es ahora.
Fue un buen cumpleaños, yo al menos lo pasé pipa, aunque me bajó el sueñito pronto. A esta edad ya soy bien de tiro corto.
El domingo volvimos temprano a Santiago y nos dio por peregrinar al Popeye’s de Providencia, desde el Centro. A pie, porque aparentemente de pronto decidí que soy demasiado cool para tomar el metro. Llegamos más cansados que caballo de bandido.
Pedí el pollo picante y estaba suuuper picante. Pero no menos delicioso, aunque vimos cómo el servicio ha ido decayendo hasta toparse con niveles de KFC, porque estuvo leeeeento. Me parece que incluso sacaron la campana del buen servicio. Bien, porque no la hubiera tocado. Mi Nenuco pidió el nuevo combo mar y tierra con camarones fritos. También probamos la limonada menta; es como gringa, pero de botella. Aunque es preferible a la bebida.
Pedimos además un pie de manzana, que tiene la inefable mezcla de azúcar y canela encima. No estaba mal, pero tampoco nos mató.
El broche de oro lo dimos llegando ya a mi casa (esta vez volviendo en metro porque se nos acabó la rudeza), con un helado del Grido: maracuyá y Bananita Dolca. Bastante bien.
¿Cómo estuvo vuestro fin de semana del terror?
¿Se acordó que tenemos concurso?
Gánese un lindo premio acá.