Anécdota gastronómica: me tienes que respetar el precio!

¿A qué les suena ese título? A mal rato e injusticia chanchesca, espero, porque de eso se trata la anécdota de hoy.

El otro día después de un meetup, me había quedado donde el boyfriend porque vivía cerca y luego me vine directamente al trabajo al día siguiente. Saliendo del metro, pensé en que a la hora de almuerzo me daría latita salir, así que por qué no pasar por mi amigo OK Market y comprar al tiro algo para comer más tardecito.

Encontré una típica cajita Breden Master con diversas empanadas. Camarón queso, napolitana y queso chanco, a $1.290, de acuerdo a los cartelitos. Las de pino y queso pequeñas, a $990. Bueno, si me llevo una y una igual de ésas, hago el almuerzo piola.

Llevo las empanadas de 990 a la caja, y porque hay un solo cabro atendiendo, espero un buen rato. Cuando es mi turno, le indico que en la bolsita de papel hay dos empanadas, queso y pino, que se encontraban a 990 cada una. El tipo ingresa el código y me dice me indican que están a 1.290′.

‘Ehm, no, decía 990’, contesto, extrañadísima.

Parte el cabrito a ver los cartelitos, vi que despegó dos y luego habla con su jefa, quien viene y deshace la operación en la caja registradora. Me dice el jovenss ‘igual están a 1.290’.

Y yo ya ligeramente más caliente de cascos, a la par que se forma una cola detrás mío, le repito ‘Decía 990 por estas empanadas…’, con tono de no me jodas.

‘Ahh’ -me contesta con cara inmensa de pavo con defecto genético-, ‘es que esos precios son del mes pasado’.

‘Ya, pero eso a mí qué? Tienes esos precios puestos, ningún otro (y leí cada puto carte), me tienes que respetar el precio‘.

‘Tienes que hablar con mi jefa, esos no son los precios’.

Me insiste que no es así. Tiro mis manos al aire, pesco mi billetera, le dejo las cosas en el mesón y me doy vuelta sin decir esta boca es mía, pero lanzando mil maldiciones mentales, porque pta, yo quería pelearla más, pero se había armado mansa cola detrás mío. Y si yo odio cuando alguien tiene atao y hace esperar al resto de nosotros, más odio ser la persona que causa el atao.

Na, po. Al final le compré almuerzo al mismo taxista de la anécdota del asado alemán, y decidí no ir más a ese local.

Fin.

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2 comentarios en “Anécdota gastronómica: me tienes que respetar el precio!

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