Querido abuelo:
Fuiste el más amable y sobre todo el más paciente con tus nietos. Preparabas las mejores tostadas con mantequilla y conocías el secreto para revivir el pan añejo.
Preparabas la mejor mayonesa casera del mundo. Ni necesitabas batidor, solo un tenedor. Y siempre quedó igual de rica. Te confieso que cuando un local promete mayonesa casera, secretamente las comparo a la tuya. Y nunca le llegan a los talones.
Nunca te molestó que yo fuera la nieta gordita y me dabas más mermelada, prometiéndome que ‘era diet, no engorda’.
Te morías de risa cuando yo de chica tomaba los libros de receta de la abuela y los interpretaba dramáticanente.
Querías que yo fuera chef, y lamento haber decepcionado, pero salí amando la comida igual, así como tú.
Ayer entraste a tu última morada y solo puedo repetir acá lo último que te dije en ese momento: adiós, abuelito. Nos vemos.