Me da orgullo de food blogger compartirles este lugar, porque es de lo más hermoso y delicioso que he probado desde que empecé -si es que no más-. Y no estoy tirando flores solo porque sí. Les explico:
Desde Enero, Terruño ha sido el reducto más auténtico en cocina criolla española e italiana (llamémosle Mediterránea); su dueña, Priscilla Barraza es de familia española y se trata de una auto-declarada sibarita, quien se dio cuenta de que en todos los restaurantes españoles de Santiago, ninguno realmente había desarrollado la verdadera gastronomía criolla. La competencia o se especializaba más que nada en tapas, o no preparaba las recetas como corresponde (sobre todo, mucho reemplazo de ingredientes; pecado mortal); así que ella optó por traer los ingredientes desde España. Ya, el costo es más alto, pero demonios, la paella lleva azafrán, pues.
Ahora, con este background, ¿por qué además tiene comida italiana? Simplemente porque la cocina que quedó del local anterior contaba con equipo para hacer pizza y pastas, y honestamente, a quién no gustan esos platillos, y siempre es amigable ofrecer la opción. Aparte de eso, han desarrollado risottos y ensaladas, para conformar una carta muy completa, pese a haber sido criticados en un comienzo por querer desarrollar ambas bien. Sin embargo, fue logrado el objetivo y hoy no hay arrepentimiento.
Todo esto es avalado por la cantidad de clientes españoles que llegan buscando un verdadero recuerdo de su tierra, un lugar cálido. Tal vez por eso el nombre está bien puesto: mi terruño, mi origen. Y es así como quienes vienen se sienten en casa, dentro de un ambiente que es a la vez chic y familiar. En cuanto a la decoración, se ve muy pro, pero como amante de las antigüedades, toda la hizo ella misma. Y mantuvo el tema del vino en cada rincón, sin olvidar el flair español.
En cuanto a ambiente, constantemente tienen panoramas de música y poesía, presentándose a menudo la brasileña radicada en Chile, Lua de Morais. También hay noches de jazz, y flamenco con música en vivo.
Todas sus recetas son familiares. Lo más popular de la carta son las tapas (sobre todo durante los happy hours, de 19:00 a 22:00 hrs.), paellas, pastas y risotto, y sus otras especialidades son el cordero, las judías asturianas y los callos a la madrileña. Ojo, saben de sobra que la paella original lleva conejo, pero Terruño le dio su propia vuelta y la ofrece con cordero. Pero todo lo demás es auténtico. Su chef es un innovador venezolano, con amplia experiencia en Venecia, Barcelona, Turquía, etc. quien siempre busca darle color y presentación a cada platillo.
Por cierto que también ofrecen un menú de almuerzo que por $8.500 (bastante decente para el sector) ofrece bebida, cerveza o vino, entrada, fondo, café de grano o postre. La dueña me dice que son platos más genéricos. Me causa gracia al ver que los platos incluyen cosas como albacora gratinada en bechamel, costillar de cerdo a la miel, pasta con vegetales salteados en salsa de mango…de genéricos nada, hasta el menú de almuerzo acá es una experiencia gourmet.
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Los garzones son todos ‘nuevos’, sin mucha experiencia anterior, y por lo tanto, sin mañas; pero no se engañen, han pasado todos por un riguroso entrenamiento. La atención es desde el comienzo no menos que excelente, nos han tratado como si viniéramos siempre, y el equipo es simpático, meloso y atento.
Además ofrecen un excelente wine bar con dos sommeliers, y sus garzones tienen full capacitación en vinos todas las semanas. Y es que el vino es lo que tiene más salida, así que es importante que el equipo sepa bien qué está sirviendo.
Sin embargo, no somos grandes bebedores, así que pedimos dos enormes mojitos sin alcohol ($3.500), absolutamente on point, con una buena cantidad de hojas de menta (ojo, tienen una sección completa de mojitos no-vírgenes de distintos tipos, como manzana, royal, frutillas y maracuyá)
…nos tomamos tambíén un espumante Chandon, pero es que ayyy, estaba tan bien servido, cómo decir no.
Partimos con unas tapas: camarones al ajillo ($7.00), pulpo a la gallega con papas al vapor ($7.500) y albóndigas de la abuela en su salsa ($5.900).
Los camarones son más que recomendables, deliciosos, cálidos como la casa, con mucha enjundia. Buen sabor, no con tanto gusto a mar. El pulpo, fuerte sabor a oliva, pero con un pulpo suave, cocinado en un buen punto. La albóndiga, la amamos. Carne perfecta, salsa dulcecita, y todo muy fresco.
Para los fondos, pedimos un risotto de osobuco ($9.800) cocinado en vino tinto, lo cual le da un fascinante color púrpura. Cremoso, dulce, de gusto acanelado, con trozos de osobuco desmenuzado trabajosamente para no tener grasa. Quiero volver por este risotto, madre mía.
Pedimos además la albacora a la vizcaína ($12.900), con salsa de morrón y tomates; el pescado viene bien sellado, jugosito. No es un plato que yo hubiera elegido de buenas a primeras, pero nos sorprendió agradablemente. Sin embargo, lo que nos mató fue el helado de té de la india con menta que acompañaba el platillo, para limpiar el paladar entre bocados.
El Nenuco es ahora un fan de este helado, el cual preparan en el local. Es más, se encuentran desarrollando helados de zanahoria y betarraga, y de tinto, rosé y late harvest. Nos cuentan que tienen un helado super exótico: de hongos, el cual se sirve con el filete con salsa de langostinos. Obvio que lo probé. Y no sé cómo explicarlo, sabe de hecho a hongos y a la vez sabe a un dulce helado. Magia.
Para los postres, pido un arroz con leche ($2.900) porque es de mis postres tradicionales favoritos; viene en una tulipa que se rompe y se come junto al contenido. Acanelado como nos gusta, de estilo peruano, preparado con leche condensada. Super bien.
Y lo que me mató y llevó al cielo, recomendación personal de su dueña: el brownie coronado ($5.500) una audacia calientita bajo un nido de caramelo púrpura, que se come acompañado de un mousse de chocolate envuelto en un timbal de chocolate blanco y frutos rojos. Y es el mejor postre de la vida ever y aún lo pienso y quiero de verdad verdad volver para comerme otro, porque este postre me entiende como nadie más en la vida.
En resumen, una experiencia criolla gourmet, de pe a pa. Hay que probarlo.
Dónde: Terruño Wine & Restaurant, Avenida Vitacura 3269, Local 1, Vitacura
Precio: Unos $50.000 por 2 personas