Advertencia:
Las fotos de esta nota son maravillosas, #NoFilter, y les darán hambre. No digan que no les dije.
Esta nota se trata de cambiar percepciones y descubrir tesoros dentro de una carta que solo parece típica. Se trata de Gran Vitacura, un precioso local que se encuentra donde estuvo el otrora malogrado Mercadobar (Y ya que los mencionamos, ¿alguien me puede explicar al final qué es la comida flexitariana? Porfa, es que no entiendo eso de ser vegetariano en la semana, y los findes comer carne. Eso no es un flexitariano, es solo un omnívoro que come demasiada verdura) Yo cacho que nunca voy a entender full los estilos de dieta. Pero bueno, a lo que vamos.
Gran Vitacura es un restaurant eminentemente peruano, con una sorprendente carta elaborada por chefs del Barandiaran. Y si bien a primera vista aparece una carta folclóricamente peruana, contiene ciertos tesoros que sorprenden. O al menos a mí me dejaron anonadada (me gusta usar palabras grandes)
Otra cosa que me sorprendió igualmente, es que al fondo hay un hermoso salón tipo invernadero, con un maravilloso muro verde natural, y una decoración jungla tropical, pero estilo chic, onda muy Vogue. Dan ganas que venga Mario Testino y me fotografíe acá (¿por qué no soy Gigi Hadid, para que me pasen cosas así?) Anyway, sugiero de todos modos comer en este salón, si es posible.

Un Nenuco, consultando la carta #NoFilter

Tú, yo, mi otro yo. No sé, piénsalo.
Vi que los comensales preferían la terraza, pero de qué belleza se están perdiendo. Acá es fresco, entran cálidos rayos colados por las rendijas del techo, y el verdor actúa como un desestresante natural. Ideal para chill y tomarse un sour maravilloso, porque lo sirven frappeado, y el hielo está hecho de pisco, así que jamás se pone aguado.
Yo iba a pedirme un jugo de la carta, pero me ofrecieron limonada menta…y luego el bartender me dice ¿y por qué no una limonada frutilla? A ver. Acaso me engañan mis oídos, suena como el mejor invento de la vida. Saben que amo la limonada, y me fascinan las frutillas.
Resultado: tan deliciosa, que pese a ser grandecita tuve pedir otra, porque me la tomé al toque.

Sr. Stark, no me quiero ir…
¡Esta limonada debería estar en el menú! Pero ahora gracias a mí saben que pueden pedirla, jeje.
La carta en sí consiste en piqueos típicos para varias personas, como los cebiches, appetizers para compartir hasta 3 personas (o sea para una que siempre tiene hambre, 2 personas), entradas como causas y chicharrón, platos de fondo también típicos, y algunos postres. Lo que me gustó muchito del menú, es que tiene fotos. Porque me revienta preguntar a cada rato qué es tal cosa. Soy capaz de no pedir algo que me llame la atención, porque significaría enfrentar al mozo con mis preguntas y sentirme como una mezcla entre majadera y tontorrona. Con fotos no hay problema, así que les doy mi Like.
Nos traen pan acompañado de una salsa que por nuestras vidas no podemos decir de qué es, pero estaba exquisita. Así que obvie por un rato la dieta de ‘no comer tanto pan’, porque se va a perder de algo bueno.
Partimos con unos ostiones a la parmesana ($8.900), pues recordemos que en Perú no hay machas. Vienen con jugo de limón fresco. Los ostiones están bien preparados, blanditos, combinan bien con el limón. Hay un contraste rico entre el sabor y consistencia del ostión, y la crocancia del queso (adoro decir la palabra crocancia, la aprendí de un periodista gourmet, y ahora la uso para pretender que yo también sé de lo que estoy hablando)

Amor del bueno
Seguimos con unas empanaditas fritas ($6.900), rellenas con nada menos que cebiche. Ese gritito de sorpresa que escucharon, son ustedes mismos. Encima, es cebiche mixto de salmón, pulpo, calamar y camarones. Nunca en mi vida había visto empanadas de cebiche, ni imaginé que se podía hacer esa mezcla. Obvio que había que probarlas. Y a eso me refiero con los tesoros de la carta. Vale la pena dejarse sorprender por algo así.
Acompañadas de leche de tigre, las empanadas se doran solo por fuera, manteniendo el sabor puro del cebiche; alimonadas y tremendamente jugosas, combinan perfecto con la leche, y también saben exquisitas por sí solas. Obligatorio probarlas.

That jugo.
Seguimos con un tiradito de atún maracuyá ($11.900) La presentación es otra cosa. Digna de Instagram (uno bueno, no el Insta de esa amiga que lo tiene solo para subir stories y con suerte hay una pura foto solitaria en el muro, y más encima está oscura)
No solo amo el atún fresco, entre el sabor agridulce suavizado del maracuyá, la palta y el sésamo, le dan un toque muy japonés al sabor del platillo. Completamente imperdible.
Seguimos con una causa de pulpo al olivo ($6.900) También tiene buena presentación, con el pulpo ensalsado (esto es, cubierto de abundante salsa – nueva palabra para ustedes), coronando una perfecta causa de papa amarilla. Combinando el pulpo olivado con la papa y la palta resulta en un sabor fresco y equilibrado. Además, el pulpo está bien hecho, y blandito.
Como fondo, pedimos un pescado al ajo crocante ($9.900) Otra gran sorpresa, con fragantes láminas de ajo crocante en salsa de mantequilla, crema y limón sobre un filete de pescado. Se siente el aroma, aunque el sabor es bien medido, tiene la medida justa de ajo, así que a probar sin miedo. El tostado es crujiente, y exijo que alguien me enseñe cómo se prepara, porque ni sabía que el ajo se prestaba para una preparación así.

Cosa más bella que tú
Y la maravilla de maravillas: salmón maracuyá, con risotto de verduras ($10.900 – por 1000 más, se puede cambiar el salmón por atún, ojo) Este plato lo puedo resumir en el vocablo gringo OMG. Porque Oh my God. Pruebe cada bocado en solitario, o todo junto, porque es un viaje de sabores, pero al país de Narnia. El ácido del maracuyá pone interesante al salmón, y el risotto es increíblemente cremoso y abundante en zapallito y pimentón, además de traer mucho queso (mentira, jamás es mucho queso)
La pepa de maracuyá crea un atractivo contraste visual, y bueno, qué más terapéutico que masticar pepas crocantes.
Yo a este salmón le voy a dejar mi whasapp, mi teléfono, mi mail, no sé, pero quiero que me contacte y me hable, porque nuestro amor no puede terminar acá.
Finalizamos la experiencia con un shot de suspiro limeño, una presentación popular en el local, debido a que es el dulzor preciso para terminar cualquier degustación. Convengamos que el manjar es muy muy dulce, y ya que volvió la -horrenda- campaña Elige Vivir Sano, concedo que hay que ser un poquitiiiiito menos tchantcho, y comer un bocado en vez de un postre completo.
Vamos con el ranking:
3- Empanadas de cebiche
2- Tiradito de atún
1- Pescado al ajo crocante
3- Tiradito de atún
2- Empanadas de cebiche
1- Salmón maracuyá (OBVIO)
En suma: la calidad en general, los platos innovadores y el ambiente ponen a este local por sobre la media y lo recomiendo todo el rato. Hora de re-descubrir Perú a través de su gastronomía más típica, pero a la vez más sorprendente.
Dónde: Gran Vitacura, Vitacura 4089, Santiago
Precio: unos $40.000 para dos personas