Holy Moly 2: bigger and better

Parto por aclarar que esta entrada se iba a llamar Holy Moly 2: Electric Burgerloo, pero me pareció que no se iba a entender. Lo puse acá igual, porque no soporto que un juego de palabras se vaya al tacho.

Harto más grande es este nuevo local de Lastarria, comparado al original que se encuentra una cuadra antes. Y aunque en este nuevo contexo se perdieron un par de cositas bacanes (como el combo), ganaron puntitos por el nuevo espacio, decoración, bar subterráneo y lo más relevante: el tamaño, el cual se agradece, pues el otro local se llena con tres comensales.

También hay atención a la mesa y con carta, que aunque sigue siendo acotada (los mejores locales de burger en el mundo son con carta acotada, don’t @ me), agregaron por ahí cosas como el milk shake de Oreo, y un ice tea hecho en casa con endulzante y limón, además de una veggie burger thai de poroto rojo, curry, coco y almendra.

Todo aún se puede pedir regular o grande (doble carne), cosa que si les es posible, recomiendo mil veces con la fuerza del martillo de Thor, porque potencia ene el sabor de la burger.

Comí una clásica queso tocino ($4.990), y afortunadamente la calidad permanece intacta; vamos, que el temor de que cuando un local crece y abre nuevas sucursales pierde la mano es real. Pero no pasó, así que la raja.

El Nenuco pidió una de queso jalapeño ($4.990), la cual cumple lo que promete, pues trae bastante de ambos. El queso es gooey, casi como una salsa de queso, de lo perfectamente derretido que está.

Las papas fritas ($1.500) se pueden pedir para compartir o añadir a cada canastita. Y el frito es ese perfecto punto de chanchería que uno busca.

Básicamente, si usted ya era fan de Holy Moly, o le atraen las burgers gringas (sin pagar demás), este local está ultra recomendado, y es gringo-approved.