Esta historia parte con la nota que publicamos la semana pasada, sobre ideas y consejos para pasar un San Valentín sin quedar en la inopia. Como el Nenuco y yo estuvimos de aniversario hace bien poquito, no acostumbramos a hacer mansa celebración el 14 de febrero (traducción: no hay plata) Hasta que él va y me dice ‘¿y si hacemos una de las cosas que salen en la nota…?’
Obvio que era buena idea, o sea, yo acá pensanding en qué formas había de celebrar por pocas lucas para hacer una nota, y no se me ocurrió aplicarlas esta semana.
El Nenuco tuvo una fantástica idea: como soy cat lover, por qué no ir al cat café más cercano (el de La Gata Horacia). Macanudo, si ama a una persona, dígalo con gatos.
Tratamos de reservar antes ¡Y no aceptaban reservas! Ya, ok. Me imaginé de repente que si no trabajan con reservas, es porque no las necesitan y no va tanta gente y es piola, etc.
Fuimos con cierto temor y cautela, pero pucha, creo que ya saben para dónde va esta historia.
Llegamos y obvio que estaba lleno. Quedaba una sola mesa, para 4 personas, que cedimos a la pareja que estaba antes. Admito que ellos estaban dispuestos a compartirla, como sugirió la administradora, pero amiga, mírame: traigo una rosa roja en una mano, y la mano del Nenuco en la otra. No, no estaba dispuesta a compartir un momento romántico junto a dos personas que no cacho.
Qué onda, entiendo la actitud espíritu libre sol y lluvia y toda la volá, pero siento que no puedes no aceptar reservas en un día como éste. Tení que hacer la excepción, por lo menos. Porque así sin concursos ni sorteos, nos encontrábamos sin panorama, y sin reserva en ningún otro lado.
Yo, descripción gráfica
Y yo, convencida de hacer sí o sí algo de nuestra lista de ideas. Hay que dar el ejemplo (ahyiaa)
Pensando rápido, volvimos a Nikkei, ese local de sushi piolita en Santa Isabel, donde hay promos convenientes y bien chanchescas, hay que decir. Sí, no es sushi gourmet y se compran por ‘piezas’, pero con la mano en el corazón, cabros: quién no ama de repente retacarse de un millón de piezas de sushi, sin importar tanto la veta japonesa. Hasta Godzilla rodaría en su tumba con lo que en Chile le hemos hecho al sushi tradicional. Pero filo. Mientras estén decentes, todo bien. Y estos son bastante decentes, les diré. Las piezas son grandes, no se andan desarmando -tanto-, el arroz está correcto (no es arroz ‘normal’, como ha pasado en varios locales baratos) Decente. Pasable. Como Charlie Cox antes de Daredevil. Podría ser mejor, pero lo tomas por el precio. Que acá es MUY conveniente. 45 piezas por $9.900. También hay de 30, 75, hasta 100 piezas (ideal para un cumpleaños, por ejemplo) y una promo individual de 18 piezas a cuatro lucas. Iguols.
Eso sí, este dato es bien a suerte de la olla. La otra vez fuimos a almorzar allá y la variedad de rellenos y tipos estaba bastante bien, pero en esta ocasión, de la promo de 45 piezas, al menos 75% eran tempura rolls (aunque con distintos rellenos) Una vez pedí una individual, y tenían en ciboulette, sésamo y California, pero nada de tempura. Toca lo que toca.
Por lo que entiendo, antes tenían otros dueños, pero cambiaron la mano, y ahora es más standard.
Tomamos las bolsas, que incluían dos morcillas enormes de soya y salsa dulce, y decidimos tener nuestro picnic de sushi, como decía en la nota…excepto que era tardecito y todo fue tan encima, que optamos por armar el picnic en el living de mi depa.
Para nada fue menos romántico. Pusimos una manta sobre la mesa de centro, la rosa roja, repartimos algunas piezas en nuestros platos de gres, y nos sentamos en el suelo a disfrutar de una velada piola y full romance. Como un par de chiquillos que recién empezaron a pololear.
Agradezco a Nikkei por sacarnos del apuro con celeridad y llenarnos las pancitas de tempura rolls.
Dónde: Nikkei, Santa Isabel 321, Santiago
Precio: 45 piezas $9.900 (hay variedad de promos)
La Nenuca Con Tenedor 